Hoy,
¿igual que ayer?
La desigualdad de
América Latina tiene profundas raíces históricas.
La génesis de las actuales estructuras de desigualdad se
remonta al pasado colonial de la región y, en particular, a las interacciones
de los colonos europeos y la población subordinada. Durante el primer período
colonial, la desigualdad se fortaleció por las condiciones económicas y las
diferencias de poder. […] Los colonos crearon instituciones
–especialmente aquellas relacionadas con la administración del trabajo (como la
esclavitud), el uso de la tierra y el control político- que consolidaron y
perpetuaron su influencia y riqueza. En el período posterior a la
independencia, las elites locales siguieron creando instituciones y formulando
políticas que les permitieran mantener su posición privilegiada, por ejemplo,
con respecto a la restricción de sufragio, el acceso a la educación y a la
política de tierras. […]
A
pesar de los enormes cambios políticos, sociales y económicos ocurridos el
siglo pasado, estas fuentes históricas de inequidad se mantienen en la
actualidad, aunque con distintas modalidades institucionales. En países con
poblaciones indígenas o descendientes de africanos las diferencias siguen
siendo considerables. Los ingresos a estos grupos equivalen a la mitad de sus
contrapartes “blancos” en Bolivia, Brasil y Guatemala. Estas desigualdades
reflejan a su vez las diferencias en la educación y otras actividades de los
grupos étnicos y raciales desfavorecidos. En el otro extremo de la escala, las
elites han perpetuado su posición a través de una variedad de mecanismos,
incluido el ámbito de las relaciones sociales.
Fuente: D. Ferranti, G. Perry, F. Ferreira y M. Walton:
Desigualdad en América Latina y el Caribe: ¿ruptura con la historia?,
Washington: Banco Mundial: 2004.
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